VERITAS PRÆVALEBIT: "La verdad prevalecerá"

martes, enero 16, 2007

La piecita del fondo

Antes de abrir mis ojos supe con desesperación y angustia que no me hallaba en el mismo sitio en el que me había dormido la noche anterior. No recuerdo bien si me dolía más la espalda o el cuello, pues tenía la cabeza apoyada sobre un objeto extraño.
Pronto el rectángulo de luz que proyectaba la única ventanita del cuarto, iluminó –inocente y fría- la piecita del fondo de mi casa paterna. Olía a cemento y a bencina, como siempre.
Al intentar incorporarme hice chirriar con mi codo derecho a un pato de goma amarillenta, me asusté, pero no lo suficiente como para intentar huir ni comprender la extraña razón por la que me encontraba en ese lugar. Quizás haya sido la familiaridad de los objetos arrumbados la que devolvió cierta tranquilidad a mis presentimientos más siniestros.
Sobre un tablón que sostenía un tocadiscos Audinac y una regadera, una muñeca manca me guiñaba un ojo. Colgadas de las paredes, reconocí las herramientas de mi abuelo que con el óxido y el polvo habían perdido sus formas originales. En un rincón vislumbré la vieja cortadora de césped que mi padre nunca supo arreglar, sobre su base había una raqueta Wilson de madera y el gamulán de mi hermano.
El retrato de mi madre me observaba como la muñeca y una brújula descalibrada marcaba la orientación Sur.
Caminé unos pasos para observar de cerca un mueble descolado y sin querer pisé mi primer álbum de figuritas, incompleto. Descubrí muchos juguetes; el Simon Says, el Cubo Mágico, unas bolsitas de Tinenti, soldados de plomo, un reloj pulsera de Blancanieves y un andador con forma de caballito.
Sobre un repisa -pegadas a una copa que gané en mi primer torneo de pelota al cesto-, se exhibían como en una vidriera, cuatro botellas de gaseosas; Teem, Tab, Mirinda, Ginger Ale.
No faltó la cajita de música más triste del mundo ni el calefón Volcan, ni mi boletín de primer grado, ni el disco de Richard Cleyderman.
Recuperé la ansiedad y el miedo cuando noté que el reloj Longines daba las ocho -o las veinte-. Intenté abrir la puerta pero parecía más sellada que la de un féretro, volteé mi mirada hacia la única ventanita de la pieza; demasiado pequeña para mi cuerpo crecido. Volví a golpear la puerta, grité un poco y lloriqueé al recordar dos cosas importantes: que ese día era mi cumpleaños y que la casa paterna se había vendido hacía exactamente veinticinco años atrás.

14 Comments:

Blogger Cristina Bozzoli said...

"En Komala comprendí, que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver"

No te preocupes Cuni, yo siempre vuelvo a mi habitación de niña en los momentos claves. Siempre paso por ahí cuando estoy en estado alfa, justo antes de dormirme o antes de despertarme. Hace bien. Besos.

17/1/07

 
Blogger Unknown said...

"Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre", me encanta citar a Pedro Páramo, "Dio un golpe seco contra la tierra y se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras."

17/1/07

 
Anonymous Anónimo said...

Muy bueno, Cuni, realmente me gustó mucho, tiene clima, tiene imágen, tiene todo lo que se necesita para llevarte a la misma desesperación que siente tu personaje.

Me encantó.


Beso!

17/1/07

 
Blogger Ulschmidt said...

que bien estableciste el clima, cuni.

17/1/07

 
Blogger FL said...

¿quien dice que no se puede viajar en el tiempo? Linda recreación; me dieron ganas de pedirle prestado el gamulán de su hermano.

18/1/07

 
Blogger Carpe diem said...

Fantasmas, recuerdos, nostalgias, angustias, ansiedad y miedo... (sí, no me extraña que en algún punto recuerde a Pedro Páramo)
Creo que uno siempre lleva consigo su propia piecita del fondo, en un rincón del corazón.
¡Aguante el Simon y el cubo mágico, loco! Y los play-movil, y...

18/1/07

 
Blogger Lis said...

me gustó... fui contigo...

un abrazo!

20/1/07

 
Blogger microcosmos said...

como dice lucy, pasar por ahí de vez en cuando es una sensación muuuuy agradable. y hace bien, coincido.
(como siempre, disfrutando del texto además del motivo de éste).
beso.

20/1/07

 
Blogger Sr. Nadie said...

Bueno, odio sonar macabro, pero a mí me recordó a "El enterramiento prematuro", de Poe.


Felices los que se despiertan y no saben bien dónde están.

29/1/07

 
Anonymous Anónimo said...

Por un minuto de gratos recuerdos que olviden mi cumpleaños.

31/1/07

 
Blogger Cuni said...

Lucy: Qué bueno que te haya recordado a Pedro Páramo, para mí ese libro tiene diálogos geniales.
Nos vemos en Komala. Besos
Ary: Cite a Rulfo, cite a Rulfo, es un honor. Cariños.
Mariposiña: Muchas gracias, a mí me desesperó sentirme vieja, eso quise contar pero no sé si me salió. Besito.
Carpe: Me faltaron los play-movil...sabe que ese libro sigue siendo un misterio para mí, al parecer tiene un valor literario que no pude ver, sólo disfruté de la historia y de cómo está contada. Saludos
Linux: Hello, let´s spam together all over the night.
Lis: Estás invitadísima para cuando quieras conocer la melancolía de Buenos Aires. Besos
Maicro: Idem Lis, gracias por entender el motivo! Es que cumplí tantos años que de pronto sentí que ya debía arrumbarme junto con los objetos viejos y olvidados. Cariños.
Mac: Hello, let´s apple together all over the night.
Señor K: Esos bienaventurados lo son porque la noche anterior bebieron en demasía. No sé qué es más macabro. Saludos.
¿...?: Tal cual, usted lo ha dicho mejor que yo...¿Una pregunta...? Saludos (me gusta su blog, muchas gracias por pasar)

31/1/07

 
Blogger Z... said...

debo haber estado en un lugar igual, en otra casa, en otro barrio...
muy lindo texto (extraña sensación de conocer todas las referencias y querer hacer de cuenta que no...)

5/2/07

 
Blogger caminante said...

Dos cosas importantes vinieron a tu memoria. Y las dos te arraigan a la vida.
Un fortísimo abrazo.

5/2/07

 
Blogger Cuni said...

Z: Antes que nada le agradezco por pasar por mi blog. Esa misma sensación extraña me llevó a escribir el texto. Saludos
Caminante: Muy cierto lo que dice, al fin y al cabo no es tan malo que el tiempo pase, verdad? Saludos

5/2/07

 

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